Internet es un universo líquido, dónde lo importante, es navegar y el peligro hundirse
Internet nos ha abierto un mundo de posibilidades y nos ha permitido el acceso a gran cantidad de información.
El mayor atractivo es que es un medio que ofrece una respuesta rápida, recompensas inmediatas, interactividad y múltiples ventanas con diferentes actividades.
En cuanto a las redes sociales, nos permiten ser visibles ante los demás, reafirmar nuestra identidad frente al grupo y estar conectados con los amigos, lo que ayuda a alejar el fantasma de la exclusión, la soledad y el anonimato.
Como desventaja nos encontramos con que estas herramientas nos facilitan confundir lo íntimo, lo privado y lo público, pudiendo favorecer el mal uso de información privada por parte de otras personas.
Algunas aplicaciones como el snapchat permiten el envío de imágenes, vídeos cortos o mensajes que se pueden visualizar durante un tiempo y luego desaparecen sin dejar huella. Esto parece dar más libertad para enviar información íntima, pero durante este breve periodo de tiempo se permite a la persona que lo ha recibido hacer una captura de la foto, lo que supone un riesgo para su posterior difusión.
Otro inconveniente es que fomenta que podamos disfrazar la realidad, ya que, entre otras opciones, nos permite crear una identidad virtual que puede ser ficticia o nos podemos llegar a creer que tenemos muchos amigos por el número de contactos agregados.
De la afición a la adicción
El uso es positivo siempre y cuando no dejemos de lado actividades propias de una vida normal, como estudiar, hacer deporte, ir al cine, salir con amigos o relacionarnos con la familia.
Para que una afición se transforme en adicción tienen que darse algunos factores, como son la pérdida de control y la dependencia, lo que conlleva ir perdiendo libertad por restringir cada vez más nuestros intereses.
Todas las conductas adictivas están controladas al principio por factores positivos (el placer de la conducta en sí), pero pueden terminar controlándose por refuerzos negativos (alivio de la tensión emocional generada por aburrimiento, soledad, ira, nerviosismo, etc).
Lo característico de la adicción a Internet es que ocupe una parte central de nuestra vida, que utilicemos la pantalla del ordenador para escapar de la vida real y/o mejorar nuestro estado de ánimo.
El abuso de la tecnología provoca aislamiento, ansiedad, nos afecta a la autoestima y hace que perdamos la capacidad de control.
La ciberadicción se establece cuando dejamos de vernos con los amigos y nos instalamos frente a la pantalla con videojuegos, no rendimos en los estudios por estar revisando obsesivamente el correo electrónico o prestamos más atención al móvil que a la pareja.
Los síntomas son comparables a los manifestados en otras adicciones, si bien el objetivo de tratamiento es diferente. El objetivo terapéutico en las adicciones sin drogas es re-aprender la conducta de una forma controlada.
Es muy frecuente que sean los padres u otros familiares quienes detecten el problema, ya que hasta que no se da un suceso muy negativo (fracaso escolar, trastornos de conducta, mentiras reiteradas, aislamiento social, presión familiar) la persona afectada no toma conciencia, se produce una negación.
Eres dependiente?
Podemos decir que la dependencia a Internet o a las redes sociales está ya instalada cuando:
Entre los factores de riesgo que pueden influir en un uso abusivo son:
Las principales estrategias de prevención consisten en desarrollar habilidades de comunicación cara a cara, lo que supone entre otras cosas:
Silvia Martínez Rodríguez
Asesorías para Jóvenes Cipaj y Universidad de Zaragoza
Internet nos ha abierto un mundo de posibilidades y nos ha permitido el acceso a gran cantidad de información.
El mayor atractivo es que es un medio que ofrece una respuesta rápida, recompensas inmediatas, interactividad y múltiples ventanas con diferentes actividades.
En cuanto a las redes sociales, nos permiten ser visibles ante los demás, reafirmar nuestra identidad frente al grupo y estar conectados con los amigos, lo que ayuda a alejar el fantasma de la exclusión, la soledad y el anonimato.
Como desventaja nos encontramos con que estas herramientas nos facilitan confundir lo íntimo, lo privado y lo público, pudiendo favorecer el mal uso de información privada por parte de otras personas.
Algunas aplicaciones como el snapchat permiten el envío de imágenes, vídeos cortos o mensajes que se pueden visualizar durante un tiempo y luego desaparecen sin dejar huella. Esto parece dar más libertad para enviar información íntima, pero durante este breve periodo de tiempo se permite a la persona que lo ha recibido hacer una captura de la foto, lo que supone un riesgo para su posterior difusión.
Otro inconveniente es que fomenta que podamos disfrazar la realidad, ya que, entre otras opciones, nos permite crear una identidad virtual que puede ser ficticia o nos podemos llegar a creer que tenemos muchos amigos por el número de contactos agregados.
De la afición a la adicción
El uso es positivo siempre y cuando no dejemos de lado actividades propias de una vida normal, como estudiar, hacer deporte, ir al cine, salir con amigos o relacionarnos con la familia.
Para que una afición se transforme en adicción tienen que darse algunos factores, como son la pérdida de control y la dependencia, lo que conlleva ir perdiendo libertad por restringir cada vez más nuestros intereses.
Todas las conductas adictivas están controladas al principio por factores positivos (el placer de la conducta en sí), pero pueden terminar controlándose por refuerzos negativos (alivio de la tensión emocional generada por aburrimiento, soledad, ira, nerviosismo, etc).
Lo característico de la adicción a Internet es que ocupe una parte central de nuestra vida, que utilicemos la pantalla del ordenador para escapar de la vida real y/o mejorar nuestro estado de ánimo.
El abuso de la tecnología provoca aislamiento, ansiedad, nos afecta a la autoestima y hace que perdamos la capacidad de control.
La ciberadicción se establece cuando dejamos de vernos con los amigos y nos instalamos frente a la pantalla con videojuegos, no rendimos en los estudios por estar revisando obsesivamente el correo electrónico o prestamos más atención al móvil que a la pareja.
Los síntomas son comparables a los manifestados en otras adicciones, si bien el objetivo de tratamiento es diferente. El objetivo terapéutico en las adicciones sin drogas es re-aprender la conducta de una forma controlada.
Es muy frecuente que sean los padres u otros familiares quienes detecten el problema, ya que hasta que no se da un suceso muy negativo (fracaso escolar, trastornos de conducta, mentiras reiteradas, aislamiento social, presión familiar) la persona afectada no toma conciencia, se produce una negación.
Eres dependiente?
Podemos decir que la dependencia a Internet o a las redes sociales está ya instalada cuando:
- Hay un uso excesivo asociado a una pérdida de control.
- Aparecen síntomas de abstinencia (ansiedad, depresión, irritabilidad) ante la imposibilidad temporal de acceder a la Red.
- Se establece la tolerancia, es decir, la necesidad creciente de aumentar el tiempo de conexión a Internet para sentirse satisfecho.
- Se producen repercusiones negativas en la vida cotidiana.
Entre los factores de riesgo que pueden influir en un uso abusivo son:
- Una personalidad vulnerable, marcada por la impulsividad, intolerancia a estímulos desagradables, búsqueda de emociones fuertes...
- Poco apoyo familiar
- Pobres relaciones sociales
- Tener el objeto de la adicción a mano
- Sentirse presionado por el grupo
- Estar sometido a circunstancias de estrés (fracaso escolar, frustraciones afectivas o competitividad)
- Vacío existencial (insatisfacción con la propia vida o falta de objetivos)
Las principales estrategias de prevención consisten en desarrollar habilidades de comunicación cara a cara, lo que supone entre otras cosas:
- Limitar el uso del ordenador
- Fomentar la relación con otras personas
- Potenciar aficiones tales como la lectura, el cine y otras actividades culturales
- Estimular el deporte y las actividades en equipo
- Desarrollar actividades grupales, como las vinculadas al voluntariado
- Estimular la comunicación y el diálogo en la propia familia
Silvia Martínez Rodríguez
Asesorías para Jóvenes Cipaj y Universidad de Zaragoza